Estoy en mi octavo día de encierro total. Pienso en mi familia en otra ciudad, en mi hermana que hasta ayer tenía que salir a trabajar, en mi hermano que no veo que se cuide mucho y en mis sobrinos, que viven con mi hermano, el que no se cuida mucho.
Me ha sorprendido la cantidad de personas que consideraba inteligentes y empáticas pero que han hecho caso omiso, no tienen cuidado en los tiempos de un virus que se asemeja a la apocalipsis Zombie que ha entretenido a millones haciéndolas películas taquilleras.
Ayer, vinieron los papás de mi pareja a dejarle material, libros para que pueda seguir avanzando en sus proyectos, lo extraño que fue, que ellos dejaran algo en el piso, se alejaran y nosotras lo tomáramos del piso, mientras todos permanecíamos a generosas distancias.
No pudimos abrazarlos ni besarlos. Decidimos que era mejor que ellos manejaran su propio auto, y que nosotros no pisáramos su casa, a pesar de lo encerradas que hemos estado. Creo que es la primer vez en su vida que sus papás le niegan el acceso a su casa y eso de por sí es extrañísimo.
Pero debemos cuidarnos. Temíamos por los vecinos de arriba, ambos enfermeros aficionados a escupir, como buenos hombres, en cada rincón del minúsculo complejo de departamentos que cohabitamos. Pero afortunadamente se han regresado a su lugar de origen a hacer la cuarentena.
Admito y asumo lo afortunada y privilegiada que soy y he sido. Ayer pensaba en las personas que me echaron en cara alguna vez "no haber seguido mis sueños" dudo que esas personas en estos momentos, tengan lo que yo, una alacena llena, trabajo pagado desde casa, nunca me sentí más afortunada de ser oficinista.
En realidad, algunos escritores lo han sido, Fernando Pessoa, Mario Benedetti, (inserte otros ejemplos aquí) pero ahora mismo, imagino en la total incertidumbre a quienes me dijeron que me había vendido, que había renunciado a mis sueños, extrañando esas comidas que les invite y pagué con mi alma vendida.
Me siento, dentro de todo, contenta. Contenta conmigo misma y mi situación. Sé que es la de pocos, pero me alegro más que nunca de ser parte, de lo que llaman: Tribu Godínez. El encierro te hace pensar las cosas diferentes, pero mientras las aves están afuera cantando, ¿celebrando? son días difíciles para ser humano.
Me ha sorprendido la cantidad de personas que consideraba inteligentes y empáticas pero que han hecho caso omiso, no tienen cuidado en los tiempos de un virus que se asemeja a la apocalipsis Zombie que ha entretenido a millones haciéndolas películas taquilleras.
Ayer, vinieron los papás de mi pareja a dejarle material, libros para que pueda seguir avanzando en sus proyectos, lo extraño que fue, que ellos dejaran algo en el piso, se alejaran y nosotras lo tomáramos del piso, mientras todos permanecíamos a generosas distancias.
No pudimos abrazarlos ni besarlos. Decidimos que era mejor que ellos manejaran su propio auto, y que nosotros no pisáramos su casa, a pesar de lo encerradas que hemos estado. Creo que es la primer vez en su vida que sus papás le niegan el acceso a su casa y eso de por sí es extrañísimo.
Pero debemos cuidarnos. Temíamos por los vecinos de arriba, ambos enfermeros aficionados a escupir, como buenos hombres, en cada rincón del minúsculo complejo de departamentos que cohabitamos. Pero afortunadamente se han regresado a su lugar de origen a hacer la cuarentena.
Admito y asumo lo afortunada y privilegiada que soy y he sido. Ayer pensaba en las personas que me echaron en cara alguna vez "no haber seguido mis sueños" dudo que esas personas en estos momentos, tengan lo que yo, una alacena llena, trabajo pagado desde casa, nunca me sentí más afortunada de ser oficinista.
En realidad, algunos escritores lo han sido, Fernando Pessoa, Mario Benedetti, (inserte otros ejemplos aquí) pero ahora mismo, imagino en la total incertidumbre a quienes me dijeron que me había vendido, que había renunciado a mis sueños, extrañando esas comidas que les invite y pagué con mi alma vendida.
Me siento, dentro de todo, contenta. Contenta conmigo misma y mi situación. Sé que es la de pocos, pero me alegro más que nunca de ser parte, de lo que llaman: Tribu Godínez. El encierro te hace pensar las cosas diferentes, pero mientras las aves están afuera cantando, ¿celebrando? son días difíciles para ser humano.
Interesante conocer tu pensamiento hoy, que ya hemos estado tanto tiempo confinados. Gracias por compartir.
ResponderBorrarInteresante conocer tu pensamiento hoy, que ya hemos estado tanto tiempo confinados. Gracias por compartir.
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