Escribo esto después del triunfo de López Obrador y no puedo
dejar de pensar en la historia de Lula Da Silva, incluyendo el desenlace que tuvo, encarcelado por un departamento, mientras quienes impulsaron su juicio son la versión brasileña de personas de la calaña
de Meade y Anaya cuya corrupción a gran escala fue más que demostrada, capaces
por ejemplo dar agua salina a niños con cáncer con tal de llenarse los
bolsillos.
El fenómeno de AMLO ha generado temor y esperanza de manera
bipartita. Ha sembrado temor de los siempreganadores (PAN y PRI) aunque no ganaran, de la cúpula de poder a la que llamo monarquía política
mexicana, porque tienen las mismas prácticas, se casan entre ellos, sin
importar los partidos, heredan a sus hijos los puestos y jerarquía. Y con ellos, los mexicanos que se sienten los de arriba o por lo menos de clase media, pero (¡oh-oh!)
les tengo una mala noticia, acompañada de una estadística que la sustenta: “El 81% de los mexicanos cree que pertenece a la clase media, aunque
sólo el 32% lo es” y este es el problema porque, cuando la ceguera es tan
grande para no darte cuenta donde estás parado, ese es el triunfo de la trampa, de la dictadura perfecta.
Esos, que se sienten clase media, desde su clasismo
imaginario se encuentran enojados por el triunfo de una persona que le habló a
los que no concentran la riqueza, a los que ganan sueldo mínimo, a los millones
de millenials que a pesar de tener estudios de maestría no ganan más allá del salario que se
reduce a 88 pesos al día.
Porque tenemos a 2 de las personas más ricas del mundo y la
riqueza de México está repartida entre unas 250 mil personas, es decir 118,
750, 000 personas somos pobres, mientras el nivel de desigualdad en la
repartición de la riqueza amplía su abismo cada día, no, no iba a ganar el
hijo de un hombre que estuvo encargado impulsar el Fobaproa (una
de las deudas más grandes que políticos hicieron pública), ni Anaya que traía arrastrando lavado de
dinero, división de partido y cara de psicópata sin ninguna experiencia en el
servicio público. No, los políticos de siempre no iban a ganar, ya no basta con
darle gusto y hablarle a las mismas 250 mil personas de siempre, porque el país está formado por
118, 750, 000 personas más que limpian tu casa, sirven tus tacos, recogen tu
basura.
Mientras México sigue siendo uno de los países en los que no
importa lo que hagas, estudies o sueñes, mueres como naces, ya sea pobre o
rico, y pobres habemos muchos. Si sabes que sin importar lo que seas o hagas,
si el resultado va a ser el mismo, vas a dejar de esforzarte. https://economia.nexos.com.mx/?p=1505
Escribo esto de manera informada, no porque creo, quiero o diga que ganó la
ignorancia, los nacos, la bola de zombies, chairos etecé. Ganó la democracia,
ganó la participación ciudadana, ganó la alternancia, ganó la voz de los
mexicanos, ganó una mayoría que no tiene mucho qué perder porque no le han
dejado tener mucho.
Vivimos en unos de los países con más impuestos en el mundo y donde es casi imposible ver el resultado de tus impuestos en el transporte público, hospitales, escuelas, en tu poder adquisitivo, mientras el hombre más rico del mundo vive en un país de pobres, cuyo dinero hizo gracias a uno de los políticos más corruptos del país (polìticos y empresarios corruptos, un negocio redondo).
Vivimos en unos de los países con más impuestos en el mundo y donde es casi imposible ver el resultado de tus impuestos en el transporte público, hospitales, escuelas, en tu poder adquisitivo, mientras el hombre más rico del mundo vive en un país de pobres, cuyo dinero hizo gracias a uno de los políticos más corruptos del país (polìticos y empresarios corruptos, un negocio redondo).
México habló fuerte y claro y eso, ya es ganancia.
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