1. Tome todas las
palabras de las que se ha quejado cuando han sido dedicadas a usted,
su familia o su país y replíquelas a la primera provocación.
2. Créase todo lo
que los medios de comunicación llenos de intereses, de ultraderecha
y parcialidad le muestren. Háganos ver su clasismo y racismo con sus actos y niéguelo rotúndamente con sus dientes para afuera.
3. Deje de
cuestionar e investigar y reparta, difunda noticias falsas que
inciten al odio.
4. Ignore los
derechos humanos, hágase de la vista gorda y pida que no sean
aplicados a todos. Sobre todo si usted es abogado, hijo de pastor
cristiano, el mismo pastor cristiano y sobre todo si hace
voluntariado en su comunidad.
5. Ignore el hecho
de que su religión está basada en un pasaje parecido al que la
realidad le presenta. Adore el pasaje de su religión. Odie el que la
realidad le presenta.
6. Culpe a otros, a
los recién llegados de todos los problemas de su país, tome los
problemas con 70 u 80 años de antigüedad y señale a los recién
llegados de ser culpables de todos ellos.
7. Siéntase con
todo el derecho de decidir a quién discriminar, a ser la norma,
autoridad absoluta y parámetro moral para decidir a quien sí se
puede o no discriminar.
8. Haga chistes,
bromas, chascarrillos y alusiones burlescas de las desgracias ajenas,
porque no es su problema y el cambio está en uno.
9. Quéjese y
critique la ayuda humanitaria, que aquellos que no son “su gente”
reciben, es más incite a otros a que hagan lo mismo.
10. Tómese de
manera personal, íntima y oféndase todo lo que su ego le permita
cuando alguien que tiene hambre recibe comida, alguien que tiene frío
reciba cobijo, que alguien que está cansado de caminar sea
transportado en transporte.
Finalmente y sobre
todo olvídese de la empatía, tire a la basura la solidaridad, dele
una patada en el culo al amor universal y salgan a dar discursos
sobre lo que es y no es justo obviamente en nombre de Dios para que
crean que usted es bueno.
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