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Pequeño grupo del amor

No sabía o no me parecía tan diferenciado, pero en mi pequeño grupo de amigos íntimos tenemos costumbres bastante rompedoras. Apenas soy conciente en un día como hoy en que me siento y detengo a analizar, las diferencias marcadoras con mi grupo de amigos, Los Pluriamorosos, nos hacemos llamar así porque somos plurales y amorosos.

Existe la sincera mezcla de hombres y mujeres heterosexuales y también hombres y mujeres homosexuales. Los hombres como las mujeres nos saludamos de abrazo y beso, no hay complejos ni fragilidades de estereotipos.
Podemos hablar de todo enfrente de todos: hay de todo, científicos, yoguis, artistas, maestros, doctores, publicistas, ingenieros.
Nos respetamos y valoramos, si no creemos o estamos de acuerdo en algo, no nos clavamos en la diferencia o en las ganas de ganar (tener la razón) lo hacemos un lado porque no nos hace fluir.
Nos gustamos, nos aprobamos, no es que estemos todo el rato deshaciéndonos en halagos pero, nos decimos (así como nos besamos para saludarnos) lo guapos y guapas que nos vemos, siempre tenemos algo bueno para decirnos, porque ¿se supone que nos amamos no?
Hemos evolucionado juntos, hemos cambiado y nuestras diferencias nos han unido más porque nos respetamos. Cuando uno llega a hablar de otro (si no está presente) es más por una situación del tipo: me preocupa o le he visto triste, más que “siempre hace esto o aquello” vamos que la charla es para ayudarnos, no para destruirnos.
Nos recordamos lo mucho que nos queremos y nos buscamos, a veces hacemos llamadas de una hora o cuatro, hemos llorado de la risa por teléfono, nos hemos llegado a hacer regalos especiales o costosos pero no es algo que estemos esperando los unos de los otros, de hecho por lo general no nos regalamos cosas materiales, salvo compañía, un vino, una invitación a comer.
El dinero no importa, una vez me dijo mi hermana: me gustan tus amigos por todo lo bueno, pero además nunca hablan de dinero, jamás, y yo no había caído en cuenta de eso, hasta que, pues sí, no hablamos de dinero ni de marcas, ni de frivolidades.
¿De qué si hablamos? De cosas que nos han pesado, que hemos estado pensando, hoy por ejemplo una de las nuestras nos pidió que le dijéramos que pensábamos sobre el miedo y el amor, o hablamos de algo que nos ha gustado: libro, autor, película, experiencia, algo que dijo alguien, lo nuestro se basa mucho en el amor y placer, en darlo, en recibirlo, tenemos formas cariñosas de hablarnos, no usamos formas ofensivas de dirigirnos aunqueseadecariño. No.
¿Qué hacemos cuando nos vemos? Varía, puede ser café, té, vino, cerveza, comida, no siempre implica bebida y no todos beben, así que a veces estamos todos y cada quien con su bebida alcohólica y no alcohólica, no se obliga ni se presiona a nadie. Platicamos, siempre reímos, platicamos, bailamos (no siempre), nos disfrazamos (tampoco siempre) fluimos, tenemos nuestro juego propio al que llamamos enredarnos y no les diré en qué consiste pero si diré que es algo tan lúdico e inocente.
Nos apoyamos, cuando podemos, no nos ofendemos cuando no. Vamos a nuestros eventos, graduaciones, bodas, presentaciones, exposiciones, etecé, a veces unos viajamos para ver a otros, a veces mandamos regalos a domicilio, a veces llevamos regalos de nuestros viajes hay mucho pero nunca un reclamo. Sabemos, respetamos y rendimos tributo a la individualidad, al tiempo, presupuesto y espacio del otro, jamás disponemos de lo del otro, ni dinero, ni en especie, ni tiempo, ni espacio, ni en nada.
No tomamos lo que no es nuestro, aunque seamos muy amigos con más de dos décadas de amistad, porque respetamos la individualidad y si yo no tengo dinero y él sí, no se vuelve una obligación implícita, compartimos sí, y nos invitamos pero lo decimos con todas sus palabras:
“traje esto para todos”, “yo te invito” y de hecho, ese apoyo mutuo no se vuelve una zona de confort para el que menos tiene, se vuelve valor y gratitud, y aceptamos lo que nos damos, que también es importante y lo reconocemos como un regalo.
Reímos (muy seguido) y lloramos juntos (cuando es necesario), nos alegremos por los éxitos del otro tanto como si fueran nuestros, a la fecha no he visto, ni he sentido que entre nosotros existan señales o signos de envidia, resentimientos o celos porque en el amor no existe eso. Mezclamos amigos de aquí y de allá, casi todos se conocen, coinciden, se buscan, nos la pasamos construyendo relaciones, no separamos, unimos y construimos.

La última vez que fui a mi ciudad natal, intenté disculparme con mi mamá por pasar tanto tiempo con mis amigos y ella respondió: ellos son tus hermanos, y cuando nosotros no estemos, ellos van a estar ahí para ti. Quise llorar, bueno, sí lloré. Mi mamá los ama, mi hermana los celebra, mi papá los adora, mi hermano los valora. Ellos son, y están, ellos son yo y yo soy ellos. Nos amo.

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