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Cambio de domicilio

Les decía que me he cambiado de casa, he pasado por mi propia apocalipsis en la que ha incluido peste, diluvios y plagas. Voy saliendo de este punto apocalíptico para empezar a disfrutar de los pequeños cambios, los minúsculos avances y las dosis chiquitas de placer que da tener un espacio, una república propia donde ejercer las leyes que uno crea convenientes.

Soberana de mi país, de mi tierra, en la que el cambio de mandato y las catástrofes naturales nos han podido dar, pero el placer existe en los pequeños detalles que uno va agregando, un poco de pintura por aquí, otro por allá, sellador, sellador, sellador, sellador, ¿ya mencioné sellador? más pintura, resanador, (estragos de la inundación). Me gustan las labores manuales sobre todo si son para mí.

Y si cierras los ojos, los planes que tienes para tu casita, una silla, un mueble, un adorno, una lámpara. He llegado a la conclusión de que tengo algo con las lámparas, me gustan mucho, las deseo, las fantaseo, las miro. La iluminación siempre es importante.

Pensar todo eso, se convierten en estados hedonistas en los que se requiere paciencia porque no se obtiene todo de tajo, pero la casa con la que sueño, está  en mi cabeza, y está más cerca de mí con cada detalle que le voy sumando.

Aun no recibo visitas, pero eso está por ser cambiado, aunque tampoco soy muy de recibir personas, me gusta dormirme a la hora que me da sueño y eso a veces no corresponde con los planes de las visitas. Confieso que en mis últimos festejos de cumpleaños he dicho: voy al baño y jamás regreso, me quedo botada en mi cama de forma inamovible, es imposible sacarme del coma en que caigo cuando el sueño conquista.

Era una de mis metas, tener mi propio espacio, si voy a tener una casa es para habitarla, para vivir feliz en ella. Voy en la parte en que se atiende a las paredes que han necesitado más trabajo, la humedad se ha metido como ella misma, y ha sido difícil erradicarla.

Quiero y tengo toda la intención de hacer mi propia cocina, ser capaz de crear con tus manos te da un sentido de poder creativo increíble. Tengo experiencia,, yo le hice, con mis propias manitas la cocina a mi mamá. Sí, estuve en clases de carpintería y es maravilloso, la mayoría de las alumnas éramos mujeres y hacíamos comunidad para mover cosas grandes o pesadas, era hermoso. La carpintería es una especie de meditación kinésica, donde el fin es crear, hay que estar presente en todo momento mientras cortas madera, porque una distracción podría costarte un dedo.

Toma tiempo, tardé muchos meses, pero le hice en el tamaño, diseño y color que la mamá quiso. Y aprendí que los carpinteros más que el material y conocimiento lo que te cobran es la chinga que te metes. Que habemos muchas mujeres con ganas de construir y que muchas se animaron ya entradas en años y aprendí como la madera es considerada un elemento en la cultura china porque la maravilla de la madera solo la conoce el que la maneja.

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