“¿Cómo
aguantas a gente así?” fue una pregunta recurrente en estos días en mis mensajes personales. Esto tiene qué ver con varios y no solo un asunto.
Pero el hecho de que varias personas se hayan acercado a preguntarme
lo mismo, es como para un buen motivo de reflexión.
Eran
digamos, dos asuntos diferentes, ejercidos por gentes y razones
diferentes. Pero el fondo, era lo mismo, si nos ponemos
reduccionistas y simplistas y analíticos, lo mismo. Era rechazo,
repudio, intolerancia y odio. Y la forma o técnica de hacerlo fue:
descontextualizarlo todo, salirse del punto con el fin de desvirtuar
y hacer analogías pusilánimes.
Les
diré cómo aguanto gente así, primero porque son mayoría, las mayorías o
masas nunca han hecho más que perpetuar ideas caducas aferradas al
status quo, ideas al servicio de los que están en el poder, sea
político, económico o religioso. Las grandes masas es el espacio donde termina
la individualidad, donde las ideas propias o intereses propios se desvanecen, es el lugar donde la libertad termina.
Las
revoluciones y grandes cambios que han beneficiado a la humanidad, con derechos por ejemplo, no
se han desprendido de las grandes masas. Cuyo funcionamiento de la mayoría es la representación y
reflejo del miedo. En la masa siempre estará la resistencia e incredulidad
porque las masas son el vivo retrato de: más vale malo conocido que
bueno por conocer, aunque esto sea una contradicción al pensamiento
mismo, es la emoción primitiva y la que habla es la irracionalidad.
Hay
estudios y ensayos que señalan cómo las masas cambian a la masa. Cambia el comportamiento que, si digamos, separáramos a ese amasijo en individuos y los
pusiéramos en la misma situación se comportarían de forma distinta e incluso contraria. También es sabido que una de las
formas de contener, controlar y moldear a la manada (ya reconocidos como animales) es por medio del
miedo, infundiendo miedo, apelando a esa parte irracional es la forma más antigua y vigente de cómo
manejar a la masa.
Aguanto
gente así porque sé perfectamente otra cosa, las que dicen a diestra y siniestra ni siquiera son
ideas propias o sus palabras, son recreadas, duplicadas, repetidas, así, sin reflexión de
por medio, más como un loro que repite lo que le han enseñado a decir (ya sé que estoy siendo injusta con el pobre loro) sin haber pasado por el proceso de la reflexión y la
razón que nos distingue, diferencia como humanos. Aunque haya quien renuncie a su estado humano y capacidad de reflexión y después lo justifiquen ¿”bien”? De manera
“racional” aunque sinsentido de igual forma.
Aguanto gente así, porque sé que no es personal (aunque sí duela y hiera de forma personal), no los exime ni disculpa de promover el odio, o de que yo les ponga un alto o de plano los expulse de mi vida. Aguanto gente así, porque hay quien como yo, no entiende en qué planeta viven esas personas, de dónde viene el odio y se solidariza y se pronuncia a favor de la justicia y de los Derechos Humanos aunque no haya “nada personal” que ponga en juego sus interese personales, su interés está en el amor y en la construcción, porque es gente del lado de la justicia. Y si de un montón de personas, solo dos o tres se pronuncian a favor de lo justo, me quedo con esos, con el amor y con lo constructivo. Con lo demás, que se queden los que lo dan y si es odio lo que dan y si son ofensas pues que se queden con lo que sale de su boca porque de la abundancia del corazón hablará la boca.
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