De pronto, estaban
hablando de todo y de nada, decían mucho en pocas palabras y la una
sabía lo que la otra estaba diciendo. Almas viejas, brujas,
guerreras, guardianas, como quieran llamarle. El camino hasta esa
ciudad había estado plagado de seres espirituales, guías, maestros,
señales.
Una persona que
lleva a la otra, como una puerta que da a otra, unir los puntos es
más sencillo cuando tienes puntos que unir y sobre cuando encuentras
la relación entre uno y otro. Gente que sí, gente con la que
sientes que estás unida antes de conocerle real o formalmente, o
tienes la sensación de haber encontrado a los de tu misma especie.
Gente tan cálida,
amorosa y dispuesta, cariñosa en sus actos, en su trato, al tacto,
sincera, impecable de alma, sin segundas o terceras intenciones, sin
competencia, sin comparaciones, gente que es, solo es, y se expresa
en su más auténtica.
Siguiendo señales
llegó hasta aquí, fue siguiendo las señales que se le iban
presentando. Una ciudad que llevó a la otra, una palabra a la otra,
la una a la otra, todo en hermosas y sucesivas experiencias,
personas, paisajes, caras, charlas hasta el día de hoy, no lo saben todavía, pero lo presienten, están por
hallar la salida, están por encontrar lo que andan buscando.
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