Han
amado, pensado y hasta creído. Vivieron
el amor como lo viven los seres humanos y les
gustó mientras duró. Lo
odiaron cuando terminó.
Podría decirse que actualmente, esas personas, amables, bondadosas, exitosas, inteligentes, de esas que entienden más allá de los cánones establecidos, que entienden que algo no tiene que ser correcto solo porque ha sido hecho mil veces. No creen en el amor. No, no creen.
Podría decirse que actualmente, esas personas, amables, bondadosas, exitosas, inteligentes, de esas que entienden más allá de los cánones establecidos, que entienden que algo no tiene que ser correcto solo porque ha sido hecho mil veces. No creen en el amor. No, no creen.
Una le dice al otro, nos amamos, te
amo y me amas pero no creemos en eso. Uno le responde a la otra que
es cierto el amor entre ellos, pero que no es para nada convencional,
porque es el amor de dos
seres que no quieren buscarse los recovecos por las noches a solas,
prefieren una mirada comprensiva, cómplice y amorosa en que
sumergirse en lugar de ejercer el rito ancestral de todos los animales.
Los dos repelen la idea de que uno
es feliz, está completo y es casi obligación para
poder cumplir con el estatus de ser humano, amar,
estar en pareja, aspirar a construir la vida de uno alrededor
del otro u otra, según sea el caso.
Están en contra de la obligación
establecida de amar, del rito social de
200 mil o 500 mil pesos para decirle a un montón de extraños y gente a la que quisieron hace
muchos años, lo mucho que ahora se aman. Están en contra de abandonar por amor, el
amor de
las cosas que se
persiguieron antes de amar.
“Yo elegí mi profesión antes de
conocerte y no la voy a dejar por alguien” “Tus
demandas sobre mí no son prioridad para mi vida” “¿Te rompe el
corazón que sea un individuo con intereses, tiempo propios?”,
“¿Entonces quieres amar una copia tuya?” “¿o lo que quieres
es que sea un perro amaestrado para tus favores y antojos?”
“¿Piensas que el amor es
obediencia pura, o sea, esclavitud?”
El problema surge, dicen los
cínicos cuando las personas andan con un molde por la vida, haciendo
calzar en ese molde a lo que más aman.
El problema sigue, continúan los cínicos, cuando en tu checklist de
expectativas (tuyas) la otra persona no completa la lista. El
problema persiste, insisten los cínicos, cuando el amor es
interpretado como un estado mágico en el mundo real donde
fantasiosamente se cree que el amor todo lo puede, pero nunca
teorizan sobre el amor, no se ponen de acuerdo si quiera en qué es
el amor para cada uno de los amados.
Los cínicos saben amar pero no
aman porque no han de encontrar con quien coincida su versión de
amor con la de alguien más a quien les dé la gana amar.
¿Vale la pena el amor? Se trata de aportar, no de quitar, ni tiempo, ni dinero, ni energía, ni espacio, ni individualidad, si al final de la suma, la ganancia es neta y rebasa a las pérdidas y hay retorno de la inversión, quizá, quizá, solo así, los cínicos se pongan a amar.
¿Vale la pena el amor? Se trata de aportar, no de quitar, ni tiempo, ni dinero, ni energía, ni espacio, ni individualidad, si al final de la suma, la ganancia es neta y rebasa a las pérdidas y hay retorno de la inversión, quizá, quizá, solo así, los cínicos se pongan a amar.
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