Me voy a cambiar de departamento. Un momento largamente deseado por
mi yo Culichi. Estoy entrando en una larga despedida, acompañada de
nostalgia. Había conseguido nosécómo, que las personas con las que
me relacioné y hoy llamo amigos, vivieran a un par de cuadras, justo
enfrente de casa vive el primoamigo de uno de mis amigos.
Tendré que acostumbrarme a nuevas rutas, vecinos y ruidos nuevos por
la noche. Quizá yo sea el nuevo ruido al que habrá que
acostumbrarse los que ya viven ahí.
Había algo que me preocupaba y eran los punteros: es una especie o
tribu urbana dedicada a vigilar y avisar para los narcos. Se
distinguen por andar en motocicleta casi siempre de motocross (por
aquello de los terrenos sinuosos) y sin casco. Hasta que alguien me
dijo, en todo Culiacán y eso, aunque es peor, me tranquilizó.
Consejos para vivir en una colonia con obvios punteros:
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Cámbiate de día
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Deja que te vean, que te vean, que te vean
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Compra todo lo que necesites para que cuando llegues no tengas que salir
A veces creo que exageran los culichis, como exageraban los chilangos
(mis dos hogares postizos) o será que he sido demasiado suertuda y
lo sigo siendo. Pero lo que sí creo en definitiva es que:
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Por más que te cuides si te va a pasar algo puede pasarte hasta en tu casa
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Que si muestras miedo eres presa más fácil para los criminales
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Que por más perdido que estés no muestres lo perdido que estás y que a la primera persona con cara de amable deberías pedirle ayuda
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A veces, ser honesto es la mejor forma de conseguir favores que de otra manera no conseguirías
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Que a veces la reputación de las cosas, lugares y personas son más una leyenda engrandecida por el teléfono descompuesto que la “comunicación causa” y por el sesgo de la ampliada por la costumbre mexicana a exagerar
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Que si le pasó a uno, no le tiene que pasar a todos o se vuelve en automático en una regla o ley a cumplir
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Que la paranoia, el miedo y la psicosis son mucho más fáciles de sembrar y contagiar que otras emociones. En lo que llevo viviendo aquí me han llegado cinco falsos comunicados donde se impone el toque de queda (más fakes que el cuerpo de las Karsahsians)
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Hay gente buena y mala en todas partes y sí, siempre son más los buenos
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Que es más probable que te pase algo si estás donde todos están
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Que ser amable con otros no solo trae amabilidad sino buenos deseos auténticos.
Por último, dentro de mis ganancias de vivir en el barrio
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Era amiga de la Sra de la lavandería que me regalaba los encendedores que nadie reclamaba y me cobraba menos
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Era amiga de la cajera (varias) del Oxxo a tal grado, por mí sí abrían la segunda caja, así nomás, me atendían y la cerraban.
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Sostuve charlas filosófico-sociológicas con el que hacía baguettes donde vendían donas.
Para cerrar numerológica y convenientemente diré que llegué a
Culiacán a vivir en el Río Culiacán (la calle) en el número 84
(año de mi nacimiento) y ahora me muevo del río a la bahía esta
vez al 1 (¿mi número de destino?) no lo sabremos hasta que lo
sepamos.
¡Felices cambios!
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