Todo lo que tiene qué ver con sueños me encanta, me
parece que lo sueños son el espacio más revelador y que, de controlarlo, puede
ser el espacio más libre. Siempre he sido una “extra” en los sueños de las personas,
la gente sueña conmigo (se lee mamonsísimo eso), pero me gusta más pensar que
me cuelo en los sueños de las personas, me autodenomino polizón de sueños.
Porque una frase frecuente conmigo es: soñé contigo.
A través de los sueños, créanlo o no, he tenido
revelaciones, o “he soñado cosas locas” y tiempo después, tengo una especie de
Deja vú que llamo Vuja dé en donde recuerdo el sueño porque resulta que la
realidad (de ese instante) coincide con mi sueño de hace un tiempo, desde cosas
absurdas y banales hasta averiguar cosas que quiero saber.
Un día platicando con alguien me contó que él siempre
es muy consciente de sus sueños, de que está soñando pues, y cuándo le pregunté
que si qué hacía, yo imaginando el universo entero de posibilidades, y su
respuesta fue: pues cojo con las morras que nunca cogeré, (¡oh de-cep-ción!), ¡qué
aburrido le dije! Yo viajaría al pasado, al futuro, hablaría con grandes
personajes de la historia, con mis héroes, viajaría a países, a planetas
distantes, manejaría una nave espacial, no niego que cogería con gente
hollywoodense, pero creo que haría más otras cosas primero como hablar
telepáticamente con animales, con Dios, o sea ¡¡¡puedes hacer lo que sea!!!!
En general, me gusta que las personas me cuenten sus
sueños (los oníricos), me gusta preguntar por sus pesadillas eróticas (esas que
son eróticas pero un horror) me gustan los sueños y si yo fuera consciente de
mis sueños, ¡uff dormiría más, soñara más, hubiera viajado por universos
paralelos, tierras lejanas, culturas inexistentes, Alejandría, los Mayas,
dinosaurios, el espacio exterior, respiraría bajo el agua, atravesaría espejos…¡qué
no haría!
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