Leo mucha preocupación sobre un
tema específico: Lenguaje inclusivo, me llama la atención quiénes en mi entorno
cercano se encuentran realmente preocupados por la propuesta de lenguaje
inclusivo, pero lo más llamativo y a resaltar de esto es que, antes de esto no
parecían ser personas a las que el lenguaje les importara una mierda o un trozo
de mierda pues, para no descartar que les interesaba digamos un trozo.
Esas personas que se encuentran
alarmadas por el lenguaje inclusivo, por un lado lo juzgan desde afuera como si
fuera algo tan superficial como un color de labial y dos, creen en sus pequeños
y estrechos mundos que es algo que les incluye, les guste o no. Porque no se
trata de gustos sino de inclusión.
Su sana y equilibrada
preocupación me indica que son personas que comprenden perfectamente y se han
enfocado a estudios sociales y humanos, quizá cuenten con un doctorado o
posgrado sobre ciencias sociales o de
perdis han leído “Aparatos ideológicos de estado” y todas esas obras que
diseccionan las formas en que se construyen y ejercen los controles sociales
simbólicos.
Pero para no juzgar tan a priori,
creo que han de ser unos conocedores y defensores de la lengua, tan entregados
a la materia que puedan realizar un ensayo de 10 páginas en menos de 10 minutos
con los ojos cerrados acerca de por qué, es decir con argumentos difícilmente
falseables para defender inefable e irreductiblemente el idioma español.
O digamos que conocen (de
perdida) la premisa que sostiene la lingüística (es el estudio científico tanto
de la estructura de las lenguas naturales y de aspectos relacionados con ellas),
que dice que lo que se no se nombra no
existe, es decir si en una habitación hay 9 mujeres y 1 hombre el plural de
la RAE dice que se dice ellos, a pesar de que las matemáticas indiquen lo
contrario y para la lingüística las 9 mujeres terminan en 0 y no toca porque no
son nombradas. ¿Capisci?
En otras palabras, podemos asumir
que: las mujeres que defienden la no incorporación del lenguaje inclusivo,
viven felices siendo ignoradas, siendo invisibles e inexistentes y no desean
nada de la vida, nada que tenga que ver con ser notadas. Se les ve en las filas
de los cines, oxxos y supermercados, sin molestia ni reclamo alguno permiten
que todos (quienesean) pasen primero, priorizan a todos antes que ellas (¡lindas
pues!), pues ellas viven para no existir.
Además, unas de las cosas que las
hace más felices, es no ser tomadas en cuenta para los planes de fin de semana,
cuando van a un restaurante les encanta que los meseros las ignoren por completo,
sobre todo aman y se encuentran entusiasmadas, por no decir que les prende y erotiza,
ser absolutamente ignoradas por la persona que les gusta, de ahí es de donde
obtienen las fuerzas, la inspiración y la alegría para seguir adelante con su
no existencia.
Pero nada de esto ocurre, de
hecho, la mayoría de las personas que desprecian y se burlan del lenguaje
inclusivo son personas incapaces de distinguir la diferencia entre los verbos necesitar y ocupar y suelen usarlos como sinónimos.
Supiera que sí hay palabras
verdaderamente absurdas como amigovio,
cantinflear, selfie y jamás les vi preocupados, molestos o escandalizados por
esos conceptos el caso es que si supieran algo del lenguaje sabrían que es algo
vivo, evolutivo y cambiante sujeto al uso consuetudinario, es decir, me sentaré
a esperar cómo las palabras inclusivas de las que se burlan (que les incluyen
aunque lo ignoren) entran a formar parte de las páginas de la RAE.
*Advertencia: si no sabe alguna
de las palabras, use el diccionario y compruebe que no sabe tanto de lenguaje
como para estar a favor o en contra de algo que no necesita de su opinión.
Es una moda !!! Ya pasará
ResponderBorrar¡¡Me gustó!!
ResponderBorrarMe agrada saber que hay quienes se inspiran en una realidad preocupante para desarrollar una crítica, sobre todo porque existe una necesidad desesperada por acabar con aquellos mil años de oscuridad, entre otros más, anteriores a la existencia de la religión con más franquicias en el mundo. Con urgencia hay que evolucionar, no hay más! el mejor comienzo es hacerlo ver. Inés
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