¿Les ha pasado eso de tener muy buenas ideas cuando
están en el baño? Una vez le dije a un amigo que deberíamos de convertir el
mundo entero en un baño, ampliar esas paredes forradas de azulejos y
extenderlas por el mundo entero y la razón, es porque creo fielmente que uno, es
más uno mismo, cuando está en el baño.
Porque ahí pasas momentos muy, muy íntimos como hacer
tus necesidades, te desnudas, te tocas (mientras te bañas, ¡noseanasí!) te
miras al espejo, a los ojos del espejo te miras, y hay quienes, como yo, en automático, como si se tratara de un concurso o una cabina dedicada a eso, se
ponen a cantar, aunque he descubierto que el mundo se divide entre quienes:
cantan o bailan en el baño.
Pero hay más reflexiones que me ha hecho tener el baño, como el día que encontré un producto de higiene femenina (obviamente usado) en
el baño de mi “respetable trabajo”, salí molesta, muy molesta ¿por qué es mejor –menos
vergonzoso o sucio- dentro de un baño de mujeres, dejar el producto usado, ahí, en lugar del
bote de basura ¿en qué cabeza?
Pero hoy, descubrí en cual cabeza, justo en la de
alguien que se siente y cree más limpio porque sus nalgas no tocan el sanitario, pero mea todo a su alrededor, dejándolo evidentemente sucio para el resto, que
somos más, bajo ese crisol, la revelación del baño (suena a categoría de algún premio) y el “Soy limpia porque no
pego las nalgas pero meo todo el baño” me llevó a reflexionar en otras áreas de
la vida como: justo esa es la lógica de las personas que se inclinan por la
prohibición (deloquesea, no les importa, ellos se apuntan) bajo ese emblema de pureza aunque su pureza implique cagarle el excusado al resto del país,
comunidad, familia, pareja o whatever.
Como recomendación mundana, les invito a ir al baño más
seguido, no se aguanten nada, nadie les va a dar un riñón, apéndice o intestino
nuevo, no se aguanten, vayan al baño, ustedes no le deben rendir honor a las
ofendidas narices de las personas que, por cierto, también cuentan con aparato digestivo,
aunque finjan que no.
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