Eran alrededor de las 3 de la mañana, salí a fumar para entretener el insomnio. Estaba en el patio, frente a la puerta de mi cuarto cuando de pronto, veo a una salamanquesa (besucona) esconderse como se esconden los que huyen, tal y como salida de una escena de acción de una película.
Me di cuenta que había otra lagartija, no sé decir muy bien qué lase de lagartija era, pero su cabeza se asomaba del marco de la ventana, buscando, mientras la salamanquesa se pegaba lo más que podía a la pared.
De pronto otra salamanquesa salió disparada, corría lo más rápido que podía y el enemigo también la perseguía. La primera que había visto, aprovechando que ya no era la perseguida, buscó otro refugio en la escena.
Ahí estaban la lagartija malvada y oscura que bien pudo ser un cocodrilo recién nacido y la salamanquesa, alertas, una detrás de la otra, a cierta distancia, quietas, como si alguien le hubiera puesto pausa a la vida, no podía con eso con tanta adrenalina y quietud.
Pasé nosécuántos minutos observando tensa la escena, hasta que noté que me dolía el cuello, de pronto, sí, un llamado lejano, había entonces 3 salamanquesas, estaban rodeando a la malvada, eso era una emboscada, unidas harían la fuerza.
Pasaron otros tantos minutos, y las tres atentas y la lagartija malvada ahí, quietas las cuatro, sentía que iba a explotar, las 4 posadas en el marco de la puerta, de pronto con la misma habilidad con que llegaron, dos de ellas se fueron. No, no era una emboscada, cada quien salvaba su pellejo.
Ahora solo quedaban la malvada y la siempre perseguida salamanquesa, la malvada detrás de la inofensiva, pasaron más angustiantes minutos quietas, hasta que de pronto la de piel rosada se dio la vuelta. Ahora estaban frente a frente, pero ninguna de las dos se movió por largo tiempo. Me quedó claro que para ser lagartija o el tiempo transcurre diferente o tienen paciencia de sobra.
Cuando por fin la malvada movió la cola, la rosada salió dispara y se escondió en el marco viejo de madera de mi puerta, justo donde no cabía la oscura. Se quedó sola en estado de alerta con la cabeza levantada justo encima de la puerta de mi cuarto que da al patio.
Confieso que quedé tan atrapada en la historia, que hasta yo me sentí intimidada por la largartija malvada que recién sacaba la lengua como serpiente, no, no era una lagartija común. Preferí rodear por la cocina y entrar por el pasillo de dentro de la casa, a mi cuarto.
Era yo una cuarta lagartija de piel rosada, huyendo y escondiéndome de la oscura y malvada.
Me di cuenta que había otra lagartija, no sé decir muy bien qué lase de lagartija era, pero su cabeza se asomaba del marco de la ventana, buscando, mientras la salamanquesa se pegaba lo más que podía a la pared.
De pronto otra salamanquesa salió disparada, corría lo más rápido que podía y el enemigo también la perseguía. La primera que había visto, aprovechando que ya no era la perseguida, buscó otro refugio en la escena.
Ahí estaban la lagartija malvada y oscura que bien pudo ser un cocodrilo recién nacido y la salamanquesa, alertas, una detrás de la otra, a cierta distancia, quietas, como si alguien le hubiera puesto pausa a la vida, no podía con eso con tanta adrenalina y quietud.
Pasé nosécuántos minutos observando tensa la escena, hasta que noté que me dolía el cuello, de pronto, sí, un llamado lejano, había entonces 3 salamanquesas, estaban rodeando a la malvada, eso era una emboscada, unidas harían la fuerza.
Pasaron otros tantos minutos, y las tres atentas y la lagartija malvada ahí, quietas las cuatro, sentía que iba a explotar, las 4 posadas en el marco de la puerta, de pronto con la misma habilidad con que llegaron, dos de ellas se fueron. No, no era una emboscada, cada quien salvaba su pellejo.
Ahora solo quedaban la malvada y la siempre perseguida salamanquesa, la malvada detrás de la inofensiva, pasaron más angustiantes minutos quietas, hasta que de pronto la de piel rosada se dio la vuelta. Ahora estaban frente a frente, pero ninguna de las dos se movió por largo tiempo. Me quedó claro que para ser lagartija o el tiempo transcurre diferente o tienen paciencia de sobra.
Cuando por fin la malvada movió la cola, la rosada salió dispara y se escondió en el marco viejo de madera de mi puerta, justo donde no cabía la oscura. Se quedó sola en estado de alerta con la cabeza levantada justo encima de la puerta de mi cuarto que da al patio.
Confieso que quedé tan atrapada en la historia, que hasta yo me sentí intimidada por la largartija malvada que recién sacaba la lengua como serpiente, no, no era una lagartija común. Preferí rodear por la cocina y entrar por el pasillo de dentro de la casa, a mi cuarto.
Era yo una cuarta lagartija de piel rosada, huyendo y escondiéndome de la oscura y malvada.
Jajajajaja lo imaginé todo y con una música de fondo de suspenso jajaja como cortometraje
ResponderBorrar