Era de noche, un viernes o sábado, salió a caminar y
fue a dar a aquel bar a un par de cuadras de su casa, ahí se topó con dos
personas que intentaban simultáneamente prenderse el cigarro al otro, reían,
estaban borrachos y se divertían, mientras su falta de tino los divertía y
volvían a reír.
Lo vieron, y ambos lo saludaron al unísono cuando se
dieron cuenta de que él, había llegado justo con ellos, ellos lo llenaron de
preguntas: ¿qué haces aquí? ¿vienes solo? ¿buscas a alguien? Pero él no supo
responder.
Finalmente pudieron encenderse mutuamente los cigarros
y ese signo de triunfo en una noche de viernes los hizo estallar en risa, él
supo de pronto que, a pesar de sentir gusto por conoces a tan agradables
personas, no estaba en el mismo estadio.
Se dio la media vuelta y se iba a marchar cuando uno
de ellos le gritó: ¡Oye, me gusta tu camiseta! Se paró, les guiñó un ojo y se
terminó de marchar.
Las dos personas se miraron: “¿Has visto?, ese perro
con camiseta nos guiñó un ojo, ¡qué guapo ejemplar y qué buena onda es!
Él sabía cómo hacer amigos, pero en particular ese par,
que no volvió a ver, le cayeron de maravilla, en el fondo ese par eran animales
igual que él, atrapados en un cuerpo incomprensiblemente humano.
Crónica de una noche con Ramiro en la Verbena, bar popular.
Crónica de una noche con Ramiro en la Verbena, bar popular.
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